Las fiestas en honor a la Virgen de la Paloma 2015 en Madrid se celebran del miércoles 12 al domingo 16 de agosto, siendo el sábado 15 de agosto el día de la festividad de la Virgen de la Paloma.
Las actividades festivas se celebran, principalmente, en la plaza de las Vistillas y la plaza de la Paja, junto a calles próximas.
Entre las vírgenes vinculadas a Madrid, la Virgen de la Paloma es la de más moderna presencia, puesto que su historia se remonta tan sólo al siglo XVIII, cuando según la leyenda fue encontrado un lienzo representando a un mujer con ropas monjiles, con un rosario en las manos, entre un montón de leña ubicado en un corralón.
Según algunos estudiosos del tema, dicho cuadro reproducía una talla de la Virgen de la Soledad, realizada por Gaspar Becerra. Sin embargo, otros sostienen que es el retrato de una monja, hecho por su padre, antes de que su hija entrara en clausura. Hay autores que refunden ambas teorías en una y dicen que el pintor hizo un cuadro a la Virgen de la Soledad, teniendo, como modelo a una monja.
La realidad es que encontrada la pintura, llegó a manos de unos chiquillos que estaban jugando con el lienzo, hasta que Andrea Isabel Tintero, interesada por la pintura les dio unas monedas a cambio de ella. La reparó por su cuenta y, como mujer piadosa que era, la colocó en el portal de su casa.
Tempranamente se propagó que la mediación de esta Virgen con paloma era milagrosa. Así, la cuñada de Isabel Tintero fue la primera que ofreció a su hijo, recien nacido, a la imagen. Comenzó de esta manera una tradición, que se ha mantenido durante más de doscientos años. Hoy todos los sábados del año, por la mañana se celebra una misa para que las madres puedan ofrecer sus hijos a la Virgen de la Paloma. Y el 15 de agosto, que se celebra su día grande, la multitud colapsa la Parroquia de San Pedro el Real para el ofrecimiento a la Virgen.
Tan rápida fue la fama, que Andrea Isabel Tintero en 1791, pedía permiso para construir una capilla. Concedidos todos los permisos, comenzaron las colectas para comprar un solar existente en la misma calle de la Paloma, que pertenecía a las monjas franciscanas de Santa Maria de la Cruz, convento que estaba en el cercano pueblo de Cubas de la Sagra. Adquirido el terreno, comenzó la edificación de la capilla, encargada a Francisco Sánchez, que comenzaría la obras en 1792 y las terminaría tres años después. El año siguiente, el día 9 de octubre de 1796, el cuadro de la Virgen de la Paloma fue llevado a la nueva capilla, de la que fue nombrada sacristana y administradora Andrea Isabel Tintero.
La fama fue en aumento, sobre todo entre las capas más populares de la población madrileña. Llenándose la capilla de exvotos y toda serie de prendas que los fieles ofrecían a su Virgen para recibir los favores pedidos. Tantos llegaron a ser y a ocupar tanto sitio que el visitador eclesiástico ordenó que fueran retirados por el peligro que significaban.
Durante la ocupación francesa de 1808, la capilla sufrió los efectos del pillaje, aunque el lienzo y las joyas de la Virgen se salvaron al ser guardados por Isabel Tintero, que moriría en 1813 sin lograr su último deseo: ser enterrada en la capilla. Actualmente la plaza donde se encuentra la Iglesia de La Paloma (Parroquia de San Pedro el Real) lleva su nombre.
Durante el siglo XIX, la popularidad de la Virgen de la Paloma siguió en aumento, tanto es así que la reina Isabel II solía acudir a rezar a la Virgen en el ultimo mes de sus embarazos y su hijo Alfonso XII visitó varias veces la capilla para rezar.
En 1891, se decidió sustituir la capilla por un templo mayor al pasar la parroquia de San Pedro el Real a la Paloma. El edificio fue construido entre los años 1896 y 1911. De planta de cruz latina y de fachada neomudéjar, flanqueada por dos altas torres, se inauguró con asistencia de los reyes, el 23 de marzo de 1912. Las vidrieras fueron regalo de la Casa Real.
La fiesta religiosa pasó pronto a estar acompañada de una fiesta popular, la verbena, que toma importancia a partir de 1875. Pedro de Répide comenta que a pesar de no ser la más antigua, era de las más importantes por la cantidad de madrileños que la visitaban en los años veinte. Prueba de su popularidad fue la elección como escenario de unas de las zarzuelas mas famosas, La verbena de la Paloma, obra del compositor Tomas Bretón y del libretista Ricardo de la Vega, que fue estrenada el 17 de febrero de 1894 en el popular Teatro Apolo. Sus personajes podían considerarse, en cierta medida, estereotipos de los vecinos de las casas del barrio de la Paloma, en los años en que trascurre la zarzuela.
Durante la República y ante el temor de que 'La Paloma' corriese la misma suerte que otras iglesias, se retiro el cuadro de la Virgen y en su lugar se coloco una copia. Al estallar la Guerra Civil, Pedro Labiana, presidente de la junta parroquial trasladó su domicilio a la calle de Altamirano y allí guardó el cuadro dentro del cabecero de una cama.
Sin embargo, en el mes de noviembre de 1936, la casa sufría un duro bombardeo que obligaría a esconder mejor el cuadro. Por ello, fue llevado a los sótanos de una farmacia de la Glorieta de San Bernardo, propiedad de unos parientes de la familia. Allí permaneció más de dos años, hasta que finalizada la guerra fue devuelta la pintura.
El 15 de agosto de 1939 el cuadro volvió a ocupar su lugar en el templo, pero no así el marco y la custodia de oro y brillantes. Como curiosidad debemos señalar que la copia dejada en el lugar de la pintura verdadera, fue guardada por un zapatero, creyendo que se trataba de la autentica y estuvo escondida durante toda la guerra.
Tras la Guerra Civil el cuadro era llevado en procesión en un coche de bomberos, porque varios feligreses pidieron ayuda a los efectivos de este cuerpo municipal, que hacían maniobras cerca de la Gran Vía de San Francisco, para bajar el cuadro de la Virgen de la Paloma. El año 1956, una suscripción popular permitió adquirir la actual carroza, sin embargo, la tradición se ha mantenido y son los bomberos quienes bajan el cuadro tras las misas de la mañana del día 15 de agosto, lo colocan en la carroza y por la tarde escoltan a la Virgen de la Paloma en todo el recorrido procesional, entre aclamaciones de los vecinos, para volver a colocar el cuadro una vez cantada la Salve. Los bomberos pertenecen al cercano cuartel de la Puerta de Toledo, entre la Gran Vía de San Francisco y la Ronda de Segovia.
Agosto es uno de los meses más festivos de Madrid. Y las Fiestas de la Paloma son las más famosas, no sólo de su barrio sino también de toda la ciudad. La Virgen de la Paloma es por lo extendido de su devoción, la Patrona real del pueblo madrileño, en contraste con la Patrona oficial de Madrid, es decir, con la Virgen de la Almudena.
Los últimos años han visto resurgir las 'Fiestas de la Paloma', las cadenetas han vuelto a las calles y a los patios del barrio, los bares sacan sus mostradores y mesas a las calles, muchos vecinos han reanudado la costumbre de vestirse de chulapos y el número de personas que acompañan a la Virgen, en la procesión ha crecido y crece, hasta hacer imposible conseguir una flor de la carroza.
La masiva asistencia, ha permitido programar numerosos actos durante los días que duran las fiestas, y a los que asisten todos los madrileños que por esas fechas se encuentran en Madrid, acompañados en muchos casos por los nuevos vecinos, provenientes de lejanas tierras y deseosos de divertirse participando activamente en la fiesta.
Podemos decir que las 'Fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Virgen de la Paloma', agrupadas e impulsadas en la década de 1980 por el alcalde de Madrid de por aquel entonces, D. Enrique Tierno Galván, son hoy por hoy una de las fiestas madrileñas más en auge, y con más participación del vecindario, lo que hace, sin duda, que sean las fiestas más sentidas como propias y por tanto más queridas por sus vecinos.
El primer alcalde democrático de Madrid tras la dictadura, Enrique Tierno Galván, unificó las tres fiestas más castizas y populares madrileñas, vecinas en el espacio y en el tiempo: las 'Fiestas de San Cayetano' (alrededor del 7 de agosto), las 'Fiestas de San Lorenzo' (alrededor del 10 de agosto) y 'Las Fiestas de la Virgen de la Paloma' (alrededor del 15 de agosto). Dando lugar, de este modo a las actuales 'Fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y Virgen de la Paloma'.
Desde entonces se han visto resurgir las 'Fiestas de la Paloma'. Las cadenetas han vuelto a las calles y a los patios del barrio, los bares sacan sus mostradores y mesas a las calles, muchos vecinos han reanudado la costumbre de vestirse de chulapos y chulapas y el número de personas que acompañan a la Virgen de la Paloma en la procesión por las calles del barrio ha crecido, y crece cada año, hasta hacer imposible conseguir una flor de la carroza.
Esta masiva asistencia, ha permitido programar numerosos actos durante los días que duran las 'Fiestas de la Paloma', entre ellos esta popular 'Verbena de la Paloma', y a los que asisten la gran mayoría de los madrileños que por esas fechas están en Madrid, acompañados en muchos casos por los nuevos vecinos, provenientes de lejanas tierras y deseosos de divertirse participando activamente en la fiesta.
En verdad la 'Verbena de la Paloma', junto con la 'Verbena de San Cayetano' y la 'Verbena de San Lorenzo', es hoy por hoy una de las fiestas madrileñas más en auge, y con más participación del vecindario y del pueblo de Madrid, en general, lo que hace, sin duda, que sean las fiestas más sentidas como propias y por tanto más queridas por sus vecinos y vecinas.
El libreto de la zarzuela La Verbena de la Paloma fue escrito por Ricardo de la Vega por encargo de la empresa que regentaba el Teatro Apolo de Madrid. Una vez entregado el encargo, las diferencias entre la empresa y el músico de la casa, Ruperto Chapí, hicieron que éste renunciase a hacer la partitura.
Para componer la música de este sainete lírico, de un solo acto y de carácter muy popular se recurrió a un músico serio como Tomás Bretón.
Por este motivo, en un principio, muchos pusieron en duda la capacidad de Bretón para hacerse cargo de su composición musical. Sin embargo, el maestro Bretón compuso la partitura en sólo diecinueve días y con tan honda emoción vivió el proceso de creación que, según dicen, lloró varias veces durante su ejecución.
La obra, estrenada el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo, consiguió un éxito rotundo, por lo que rápidamente fue incorporada al repertorio de casi todas las compañías de género lírico que entonces actuaban en España. Pronto viajó a América y, con tal éxito, que en Buenos Aires llegó a ser representada de forma simultánea en cuatro teatros diferentes.
Hoy, transcurridos más de ciento diez años desde la noche de su estreno, su música y su letra continúan teniendo la misma lozanía de aquella noche triunfal y sus personajes -el Julián, Don Hilarión, la Casta y la Susana- siguen vivos en el recuerdo del pueblo de Madrid, que cada año revive en las Fiestas de la Paloma su historia de amores y celos, tal como indica el otro título con que en su día también se bautizó a este sainete: El Boticario y las Chulapas y celos mal reprimidos.